Sobre Astrid

Soy Astrid: esposa, mamá, pastora, misionera, conferencista, educadora y neurocoach. Aunque hice la oración para recibir a Jesús a los 16 años, fue a los 21 cuando lo busqué con todo mi corazón. Desde ese momento, mi vida tuvo una conversión muy rápida y apasionada.

Crecí con ideas equivocadas acerca de mí misma, lo cual afectó mi autoestima y me llevó a tomar decisiones que marcaron mi vida. Pero por la gracia de Dios, entregué mi corazón completamente a Él y experimenté una restauración profunda: en mi identidad, autoestima y propósito.

Descubrí que, incluso en los momentos más oscuros, Dios nunca se fue. Él tomó mis cenizas y construyó algo hermoso. Desde entonces, entendí que mi historia podía ser usada para animar a otros y que mi propósito era compartir Su Palabra y mostrar que sí hay esperanza para quienes creen.

Soy educadora de profesión y trabajé por 12 años como maestra infantil, una etapa que disfruté profundamente. Durante ese tiempo, también serví a la iglesia local con toda mi pasión y entrega. Hasta que llegó el día en que supe con claridad que Dios me estaba llamando a ir detrás del ministerio que había puesto en mi corazón. Fue entonces que, junto a mi esposo, dimos ese paso de fe y hoy servimos como pastores misioneros.

A los 25 años me casé con Ramón, un hombre apasionado por Dios como yo. Hoy tenemos tres hijos y juntos dedicamos nuestra vida al ministerio. Vivimos en México desde el 2019, desde donde servimos a la iglesia local, acompañando a familias pastorales en su llamado ministerial, a líderes de iglesia y a personas en su caminar y crecimiento espiritual.

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de escuchar y acompañar a muchas personas, especialmente a mujeres con historias difíciles. He aprendido que, detrás de cada sonrisa, puede haber un corazón roto, y que la gracia de Dios es suficiente para restaurar cualquier vida.

Mi mayor pasión es predicar la Palabra, y mi mayor anhelo es vivir cada día cumpliendo el propósito que Dios tiene para mi vida. Todo lo que tengo es gracias a Él.

Gracias por llegar hasta aquí y leer mi historia. Espero que también encuentres en la tuya una razón para seguir creyendo, soñando y avanzando.